Seguramente el joven Mascagni hubiera deseado que las cosas hubieran sido de otro modo. Haber tocado el cielo con las manos con su primera ópera, "Cavalleria Rusticana", le dolería hasta su muerte en su habitación del Hotel Plaza en Roma.
Si le hubieran dado a elegir, es posible que hubiera preferido que su más genial y aclamada ópera se la hubieran inspirado las musas a una edad más avanzada, tras un período inicial de pequeños triunfos y otros tantos fracasos, como fruto de una labor de rodaje y aprendizaje; pero el destino no lo quiso así, con tan sólo 27 años pasó del más completo anonimato a saborear las mieles del éxito.
La editorial musical Sonzogno, de Milán, en 1889 le otorgó el premio del concurso de óperas breves, el cual incluía el estreno de la misma en el Teatro Costanzi de Roma (mayo de 1890). Fue un éxito rotundo, Pietro Mascagni tuvo que salir a saludar treinta y cuatro veces y su fama trascendió todas las fronteras. Con él nacía la ópera verista, un mundo nuevo se abría a sus pies y fueron muchos los compositores contemporáneos que se apresuraron a seguir su senda. Sin embargo, ninguna de sus obras posteriores alcanzaría el brillo de su ópera prima, lo intentó hasta el paroxismo y la veleidosa fortuna lo esquivó. Una importante carrera de director de orquesta le llevaría por toda Europa, (dirigió Don Giovanni de Mozart en el Teatro Real de Madrid) y en todas sus giras intentaba "colocar" sus óperas nuevas, pero ya los aplausos eran fugaces.
Mascagni, a decir de algunos críticos, perteneció a lo que dan en llamar "one-opera man" (como Leoncavallo con su ópera Pagliacci, entre otros). No obstante su gran valor reside en la influencia que produjo su estilo. Su último gran error fue militar en las filas del fascismo, convirtiéndose en el músico del régimen. Lo pagaría caro con su ostracismo final, al morir solo y marginado, poco después de la guerra, en el citado hotel, por cierto, de escasa categoría.
De sus 15 óperas/operetas le bastó solo un melodrama de un solo acto, "Cavalleria Rusticana", para pasar a la eternidad musical . De las cien óperas más representadas en el mundo, ésta ocupa el puesto nº 27 y, entre otras muchas ocasiones, se utilizó en la película El Padrino III. Solo el pasaje del "intermezzo" de Cavalleria es de una belleza superlativa.
Sit tibi terra levis.
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