A los malagueños que frisen los diez lustros el título seguramente les evocará recuerdos...
Y para aquéllos que el título de este blog no les sugiera nada, diré que la esquina que conformaba los antiguos Almacenes El Águila (actualmente ocupada por la sucursal de una entidad bancaria) tuvo nombre y carta de naturaleza propia en el argot cofrade y semanasantero malagueño. Aún hoy, los itinerarios de muchas de nuestras hermandades incluyen ese ángulo de casi 90º situado entre las calles de Méndez Núñez y Granada y sigue siendo un interesante enclave para observar las maniobras que realizan los tronos.
martes, 27 de agosto de 2013
Reflexiones caniculares IV
Otro agosto que empieza a tocar a su fin, y a una velocidad que, a la mayoría, se nos antoja vertiginosa. El noveno mes del año, séptimo en el calendario romano, nos espera a la vuelta de la esquina con cambios sustanciales; por primera providencia, el verano irá, lenta y perceptiblemente, abandonándonos para hacernos cambiar el vigésimoprimer día de estación, diferente según en el hemisferio donde nos encontremos. Sin embargo, desde que tengo uso de razón, he oído hablar de septiembre como un mes excelente para disfrutar del período vacacional. Destinos menos abarrotados, precios más asequibles, temperaturas más llevaderas, entre otros factores, le confieren su atractivo. Claro es, que existe un gran pero: el comienzo del curso académico, con lo que ello conlleva.
Confieso que nunca comprenderé la tremenda alegría que causa a muchos progenitores cuando ven el famoso slogan de " la vuelta al cole ". Tal parece como que los niños, sus niños, les molestasen o les viniesen largo. Aún recuerdo el agua de levante que producía el citado anuncio en mis hijos escolares y sus padres se solidarizaban plenamente con ellos; hoy en día el sentimiento es el mismo, lo único que ha cambiado es que ellos ahora son los docentes.
Dejando a un lado las consideraciones personales, septiembre veraneante puede brindar otros problemas de índole menor. Muy posiblemente desees comprar una sombrilla de playa en una gran superficie y te encuentres que ya han retirado la seccion de los artículos que necesitas. El expositor de bañadores, cuando no es inexistente, es famélico. "No, no. A estas alturas, ya no recibimos género de verano". Y a ti , con cara de pocos amigos, se te salen las ganas de decirle al dependiente que te vas a las Seychelles.
No deja de ser curioso que, en un mundo cada vez más globalizado, se produzca un fenómeno, cuando menos, chocante. Puedo comprender cómo funciona, a grandes rasgos, el universo de la moda, los catálogos de temporada, etc., y que el planeta parece querer girar cada vez más deprisa, pero de ahí a que pretendan que compremos prendas de abrigo cuando aún estamos sudando a chorros, o lo contrario, es un pasón. Aunque la sana y deseable costumbre de viajar ha caído sobremanera, por razones obvias (¡ y es lástima, ahora que le estábamos tomando el gusto a ser cuidadanos del mundo!), a cualquiera en verano le puede surgir la ocasión de visitar Alaska, buscando el fresquito, y hete aquí que no le será fácil encontrar las prendas idóneas para tal fin. Sí, ya se que alguno dirá que hay comercios especializados y que patatín, patatán; pero, convendrán conmigo en que nos imponen vivir de un modo extremadamente acelerado y normalizado en un mundo que ha acortado las distancias, hasta tal extremo que, en pocas horas, podemos trasladarnos a cualquier punto del hemisferio sur donde, en vez de iniciar el otoño, será la primavera la que comience. Siempre quedará el recurso de irse con lo puesto y salir de compras en el lugar de destino.
viernes, 23 de agosto de 2013
Gibraltar o La montaña de Tariq
jueves, 15 de agosto de 2013
Reflexiones canículares III
Existen pocas cosas tan presentes en el devenir del hombre como la moda. Desde las cavernas hasta nuestros días el ser humano ha impuesto y se ha dejado llevar por la moda, y ésta se instaura en nuestras vidas para convertirse en costumbre.
Este verano vengo asistiendo a una moda nueva, al menos para mí: las casas playeras. Si hasta hace poco la costumbre era "irse de casa rural", ahora le toca el turno a la "casa de playa". No sin sorpresa, he podido observar, de primera mano, cómo grupos de jóvenes han decidido alquilar por semanas buenos chalets de nuestra costa para montarse sus encuentros lúdicofestivos y además por una copla, que ya se sabe que la situación económica no está muy boyante, incluida para los arrendatarios. Éstos últimos, en su afán de alquilar, se ponen en manos de empresas que se encargan de ello, pero es que no es lo mismo que se meta por la puerta una familia, o dos, de diez miembros a que lo haga una trupe juvenil, o no tanto, de número indeterminado con montaje añadido de tiendas de campaña en el jardín. Me temo que más de un propietario solo tendrá conocimiento de ello cuando ya sea demasiado tarde y ,posiblemente, el alcance de los desaguisados supere con creces el importe de la obligada fianza.
Hasta aquí todo puede parecer normal, pero la relativa novedad de la moda no acaba con esto. Llama poderosamente la atención que tales tribus básicamente la constituyan individuos del mismo sexo, varones en los casos observados. Nada de orgías ni bacanales (al menos heterosexuales); se ve que ese contacto queda reservado a los smartphones y al todopoderoso whatsapp. Mucha música cañera, consolas de videojuegos, mucha playa, piscina y toalla y horarios totalmente alterados, ése es el denominador común. Nada de quinceañeros, que son mediopadres algunos en edad de estar incluso separados, lo que quizá explique tan insólitas reuniones de jefes indios.
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